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martes, 21 de julio de 2009

Canguros en Austria (primera parte)

Para ir pillando carrerilla, contaré una anécdota reciente. Hace cosa de un mes, quedé tan ricamente un fin de semana con mi chica en Basilea, Suiza. Pues bien, el vuelo en cuestión me lo pillé de Alicante por Ryanair, una supuesta compañía Low Cost. Aunque el vuelo me salió por casi 3€, así que eso de que sea barato hay que discutirlo...

Imprimí las tarjetas de embarque y las guarde en mi carpeta, todo parecía bien. Pero tres días antes de partir, reviso las tarjetas y me quedo con cara de...



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 al leer que mi DNI no coincidía con el que había en el papelajo por un solo número. Y claro, estos mamones son capaces de dejarme en tierra por esa nimiedad. Busco forma de contactar con la compañía, pero ni siquiera tienen una dirección de correo electrónico a la que reclamar. Sólo un 807 al que hice bien en no llamar, ya que leí que te contestan con un "espere" y ahí te quedas, majo. Indagando por el océano de la internez, di con un número con prefijo telefónico 96 que -según decían- pertenecía a la compañía. Llamo y me contesta una anciana con voz desvalida, raquítica y con pinta de estar trabajando de teleoperadora en algún gallinero. Me contesta que no puede corregir una mierda y tan sólo me propuso tres opciones:

- Persistir con el maligno número 807, hasta que algún (infra)humano me contestase.

- Resolver este problema en el Altet.

- Morirme.

Para poder resolverlo en el aeropuerto, debería estar allí algunas horas antes de mi vuelo. Pero al salir desde Valencia, billete pagado y con horario justo, pues como que no. Así que mi única opción era llamar. Evidentemente llamé y lo corregí (45 minutos de llamadas continuas pero lo corregí, y tuve suerte encima, no te jode...), de lo contrario esta entrada no tendría 2ª parte. Aunque tuve que llamar desde la casa de mi abuela y aprovecharme de su super seguro telefónico, ofrecido por el ayuntamiento de mi pueblo para los de la tercera acera.

Pasaron los días y llego el gran momento. Para variar ese día perdí un móvil y casi pierdo el autobús. Llego a Alicante y la linea C-6 que va al Altet se retrasa, y todos los de la parada estuvimos esperándolo de pie, remojados por el alquitrán hirviendo y derretido (a causa del calor sofocante) que salpicaban los coches. Llego al Altet y me pongo en la cola de facturación con mis tarjetas y un bocata tortillajin que me compre del Self Service. Pero, ¡quieto parao! El trasto donde se miden las maletas era un jodido canalillo y yo tenía un "bolso de mano" que pondría verde de envidia a Ian Wright...

No tenía dinero para facturar el bolso, así que lo agarro, voy a un restaurante cercano, le pido prestado el cuchillo a un amable anciano con cara de buena persona, y me lio a cortar la pieza de cartón del interior de la bolsa, que estaba unido a la maleta con un forro de tela. Sin esa tablilla, mi bolsa quedo flexible y maniobrable. Devuelvo el cuchillo al anciano clavándoselo en el corazón, oculto el trozo de cartón para después recogerlo y a fuerza de hostias y cabezazos consigo introducir mi bolso en el medidor (a mí no me cobra 30€ por facturar una maleta ni mi tía la calva).

Afortunamente el avión no se retrasó. Escuché que la flota Ryanair es una de las más modernas del continente y al ver el aparato comprobé que era cierto. Era como este modelo pero más grande:



 Subo al puto trasto (que no numeran los asientos y las colas inmundas y agobiantes que se forman al entrar en el avión son la repolla, con tanta muerte y embarazada pisoteada) y me topo con un azafato sidoso o con alguna venérea y con algún trastorno del habla. Me suelta un trabalenguas alemán al que yo respondo con un "talamierda", que me demostró que ese pobre infeliz no sabía ni sabe hablar español.
Me senté con una anciana de aldea. No sé a donde iba ni quién la había metido allí porque nada cuadraba, era el prototipo de abuela que ves en el entierro de la sardina y allí estaba. Viajaba con la mismísima muerte.

En resumen, un vuelo excelente. Al fundador de esta compañía le deberían levantar una estatua ecuestre en la plaza mayor de cada ciudad de más de 30.000 habitantes. Al llegar, un grupo de pringuis del avión se organizaron para presentar una reclamación conjunta por un desplume de los equipajes sin candado. Yo como no facturé porque fuí listo como un chimpance, me reuní con mi pichoncin.

 La aventura comenzaba ahora...

PD: Historia fidedigna 100%. Igual me excedí en algunas cosas, como la puñalada en el corazón del anciano cuando en realidad fue en un ojo, pero sólo es para darle un sabor más épico.

2º Capítulo, aquí

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